La Filosofía de la educación se encuentra en la actualidad sumida en fuertes debates que proyectan su misma definición, perfil y alcance. De un lado acuña un fuerte compromiso con su tradición, legado que viene de los pueblos griegos, aunque también de las variadas producciones culturales de los puebos de América; de otro, buscando actualizar su vocación humanista, intenta contribuir a pensar los grandes desafíos que presenta la realidad latinoamericana y mundial: las provocaciones gravísimas de la violencia en sus múltiples niveles, los retos de la democracia, la justicia social y la pobreza.
La Filosofía nace en Grecia como una gran apuesta educativa, que vincula el maestro con el discípulo a través de la inquietud, cuidado de sí ligado al autoconocimiento. La Filosofía fue en la antigüedad un estilo de vida, un arte de existencia. En el corazón mismo de esta tradición vemos una búsqueda inacabada de la sabiduría, que se enciende a través del diálogo del maestro con sus discípulos.
La Filosofía de la educación a la vez que se afirma como disciplina desde la lectura y relectura de su propia tradición, avanza respondiendo a los más altos acuciantes temas y desafíos de la realidad contemporánea. Educación es, en definitiva, todo lo que conforma lo humano. La Filosofía es llamada a transformar la realidad toda, desde una propuesta ético-educativa transformadora y revolucionaria. No podemas hablar de Filosofía sin educación, pero tampoco de educación sin Filosofía. La Filosofía sigue teniendo qué decir y proponer acerca de la tarea educativa. A su vez, todos los investigadores en educación dificilmente no tocan un problema filosófico en sus trabajos. Por lo que el Congreso llama a construir colectivamente un campo abierto a las aportaciones de todos.
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